Cosas pequeñas
Andas desconcentrada intentando trabajar delante del ordenador y todo el tiempo se te va en pensar en el amor y el desamor, en los encuentros y desencuentros, en el amor que se da y no viene de vuelta, en el amor que no se da y se queda desangelado y con escalofríos dentro del alma, en el amor que se recibe y no se pide o que no se pide pero se recibe, en el amor que te hace feliz como ninguna otra cosa en el mundo, en el amor que te abre un abismo ante ti, amor con nombre propio, amor con género, amor con sexo, amor con minúscula , amor con mayúscula. Y por más que miras no sabes qué hacer con tanto retazo de sentimientos que este amor de todo a 100 o de tienda de lujo te deja en tus adentros.
Y cuando no sabes que más pensar se te impone implacable el bendito día a día y tienes que hacer la comida y pones el aceite y partes la cebolla(ay, esas lágrimas que bien te vienen) y la sofríes y llega esa apoteosis del olor del sofrito cuando le añades el pimiento y ahora un tomatito. Hoy además en vez de vino blanco, una copa de fino en el guiso, te va a quedar cumbre. Una mirada al cielo, hoy azul. Y otra vez el olor y a fuego lento y vuelves a mojar tus manos bajo el agua fría para que estén de nuevo listas a partir, cortar. Y limpias el pescado como acariciándolo; que te trae todo el olor y plata del mar y se lo merece. Y ya los sentidos te han reposado el alma y han puesto los sentimientos junto al pan y el vino.
Porque hay algunas cosas en la vida que por más que las pienses no van a dejar de ser lo que son: el pan es pan y el vino, vino. Y el hombre, por más vueltas que le des es hombre, y de sexo contrario y su afectividad no tiene nada que ver con la tuya. Así que mejor no poner empeño en entenderlo, sino en quererlo. Al menos mientras tú quieras querer. Y que te aproveche.
Y cuando no sabes que más pensar se te impone implacable el bendito día a día y tienes que hacer la comida y pones el aceite y partes la cebolla(ay, esas lágrimas que bien te vienen) y la sofríes y llega esa apoteosis del olor del sofrito cuando le añades el pimiento y ahora un tomatito. Hoy además en vez de vino blanco, una copa de fino en el guiso, te va a quedar cumbre. Una mirada al cielo, hoy azul. Y otra vez el olor y a fuego lento y vuelves a mojar tus manos bajo el agua fría para que estén de nuevo listas a partir, cortar. Y limpias el pescado como acariciándolo; que te trae todo el olor y plata del mar y se lo merece. Y ya los sentidos te han reposado el alma y han puesto los sentimientos junto al pan y el vino.
Porque hay algunas cosas en la vida que por más que las pienses no van a dejar de ser lo que son: el pan es pan y el vino, vino. Y el hombre, por más vueltas que le des es hombre, y de sexo contrario y su afectividad no tiene nada que ver con la tuya. Así que mejor no poner empeño en entenderlo, sino en quererlo. Al menos mientras tú quieras querer. Y que te aproveche.
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Ulises -
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