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sexos y fobias

Pongamos que hablo de Madrid

De Madrid, el cielo. No, no me he equivocado, el dicho es de Madrid, el cielo. Es lo que tiene, un cielo de un azul intenso, hiriente, que nos deja extasiados a todos los que lo contemplamos por primera vez. Eso, y su gente. No he conocido ninguna ciudad que acoja a todos, sin distinción de razas, idiosincrasias, idiomas, culturas, vestimentas, como aquí. No es que te acojan como a alguien de fuera, es que inmediatamente esta ciudad te pertenece, sin necesidad de renunciar a tus orígenes.

A pesar de sufrir grandes atascos para ir a los lugares de trabajo, el que vive en Madrid siempre encuentra tiempo para el disfrute de la ciudad; los lugares de esparcimiento se llenan a diario y a cualquier hora del día o la noche.

Si los atascos aumentan por manifestaciones propias o de fuera, todas son medidas por el mismo rasero; al fin y al cabo son protestas de trabajadores, y esta ciudad a la que algunos llaman pueblerina, es en el fondo una ciudad de currantes y por lo tanto no se para a mirar la procedencia del manifestante; es un compañero que reivindica y sus razones tendrá.

Es solidaria hasta hacer verter lágrimas de orgullo. Y lo ha demostrado en múltiples atentados y en las miles de concentraciones que aquí se han convocado.

Sus gentes no tienen tiempo de envidiar lo ajeno. Hay tanto que hacer para conseguir lo propio. No se concibe el estar pasando factura por lo dado. Lo que hay que aportar, se aporta y punto. Si damos más es porque crecemos, buena señal.

El que vive en Madrid es el mejor guía turístico de España; la conoce hasta sus más recónditos lugares. Y la ama toda. No he escuchado jamás ningún comentario despectivo de ningún lugar. Para el madrileño cualquier lugar tiene un encanto: allí, se come estupendamente, este otro tiene unos paisajes maravillosos, aquel es paradisíaco, ese es super tranquilo, el otro super marchoso. Es una ciudad que cada fin de semana escupe miles de madrileños, por todas sus autopistas de salida a cualquier lugar de España. A pesar de todo esta diáspora Madrid no se vacía, y llena teatros, bares, museos, restaurantes, y no digamos centros comerciales. Imagino que vacías quedarán las casas.

Soy andaluza y vivo aquí hace bastantes años y aunque sé que el madrileño quiere el sur, puedo decir, sin sentirme dolida por ello, sino más bien atónita , que no es comparable con el amor que siente por tres zonas de España, a saber: Galicia, País Vasco y Barcelona.

Y ahora que está siendo atacada tan injustamente, calla, trabaja y planea su próximo viaje a cualquier lugar de la Península, sin rencor. Porque para el madrileño, España está para que crezca toda, conocerla, disfrutarla y amarla sin distinciones.

Esta es Madrid, una gran capital para España y para los españoles.

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